Parsifal

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Danzante 1

jueves, 5 de noviembre de 2009

Brujas, la ciudad de chocolate






Entrar a la ciudad de Brujas, en Bélgica, es sentirse como quizás se sintieron Hansel y Gretel cuando, habiendo sido abandonados por su padre y su madre y después de vagar perdidos por el bosque, agotados y hambrientos llegaron a la casita de techos de chocolate, paredes de azúcar y ventanas de mazapán. Caminar por Brujas es como estar en la parte feliz de ese cuento infantil, o de cualquier otro cuento, digamos uno de esos clásicos europeos que nos hablan de bosques y de hadas, de casitas embrujadas, de animales que parlotean, de puentes encantados, de riachuelos que cantan y de montañas y montañas de golosinas fantásticas.

Eso tiene mucho sentido, pues Brujas, o Brugges, —que traducido del belga al español no debería ser Brujas sino Puentes—, es una de las ciudades europeas que mejor conserva los estilos arquitectónicos del período comprendido entre los últimos años de la Edad Media y los primeros de la Edad Moderna; estar en Brujas es entonces también como viajar hacia el pasado y remontarse 3, 4 y 5 siglos atrás, para imaginar cómo era y como vivía la gente flamenca de ese entonces, pero sin las hambrunas y las pestes y las guerras que por esos tiempos padeció el entonces llamado condado de Flandes. Por eso, por la ausencia de tragedias es que, si nos vamos a Brujas con la mente abierta, el espíritu contento, la mochila al hombro, y nada más, el paseo nos llevará sólo hasta la parte feliz del cuento. ¿Será que hacen falta las tristezas para estar completos? ¡Mmm!


¿OTRA VENECIA?




Si hablamos de Venecia no es que estemos subiéndonos al tren para irnos de Brujas; lo que sucede es que Venecia es quizás la ciudad europea que más fama tiene dentro de las que, sin ser islas, tienen medio cuerpo metido en el mar; y eso hace que las crucen canales de agua e innumerables puentes que les dan un encanto especial. Pero lo que queremos contarles, por si no lo saben, es que Venecia no es la única ciudad europea con esas características; por ejemplo Amsterdam, la capital de Holanda, es muy similar, lo mismo que Estrasburgo al norte de Francia, o San Petesburgo en Rusia, para nombrar sólo algunas. Entonces, por la pereza de imaginar, a más de una ciudad parecida la llaman en Europa, por ejemplo, La Venecia del Norte, como en el caso de Brujas. Pero para nosotros, y por más canales y puentes que tenga, Brujas es Brujas, con su propio estilo y con su propio encanto, y sólo se parece a sí misma… bueno, y un poquito a la casa de chocolate de Hansel y Gretel.

¡A CAMINAR SE DIJO!
Brujas es una ciudad chiquitica, tanto que no la habitan más de doscientos mil residentes, aunque la visitan millones durante el año. Incluso podríamos decir que, en proporción a su tamaño y al número de sus habitantes, Brujas es la ciudad más turística del mundo, pues teniendo apenas 50 kilómetros de radio es una de las 20 ciudades más visitadas del planeta, disputando este favoritismo con metrópolis del tamaño de Londres, París y Nueva York. Y una de las cosas ricas de esta pequeña ciudad belga es que se puede recorrer a pie, aunque también circulan taxis, autobuses, carros particulares y muchas bicicletas.

¿QUÉ HACER EN BRUJAS?
Nuestra recomendación es que, al llegar en la mañana, empieces a recorrer la ciudad a pie por sus callecitas, muchas de ellas empedradas; no dejes de pasar por sus incontables puentes, especialmente por los más antiguos, que atraviesan el canal Groenerei – Steenhouwersdijk. Después, si te cansas de caminar, puedes alquilar una bici para seguir recorriendo la ciudad, y especialmente para ir a algunos de los parques, como el Graaf Visartpark, que se parece al parque del Amor de Cali en que cuenta con un circuito de señales para que los niños y niñas conozcan las normas de tránsito. También está el Minnewaterpark, un parque contiguo al Lago del Amor; si vas en verano a lo mejor te toca un buen concierto en ese parque. Después, si te gusta el arte y la historia, empieza a visitar los museos que más te llamen la atención. Finalmente, con ese dolorcito que queda en las plantas de los pies de tanto andar, dedícate a contemplar, al atardecer, los cientos de años de historia que resbalan por las paredes de las antiquísimas construcciones, y observa las huellas que ha dejado el tiempo en toda la ciudad. Si has leído algo de la historia de Europa el paseo será mucho más divertido.


ALGUNOS SITIOS CLAVE

 Además de la plaza de mercado, que para nosotros es imprescindible visitar en cualquier lugar del planeta, te sugerimos subirte a la torre Belfry, que en lo alto tiene un reloj con apenas 47 campanas (¿te imaginas?); allí tendrás una bella panorámica de la ciudad. También puedes ir al Lago del Amor, al sur de Brujas, y mientras contemplas el agua piensa en la tristeza de la pobre muchacha que, según la leyenda, murió en ese lugar por esconderse de su padre, quien le había prohibido encontrarse con su novio. Pero volviendo a los edificios viejos, no dejes de ir al Museo Arqueológico, en donde sentirás todavía más fuerte el efecto de estar viviendo una época ya muy lejana. También, para contrastar, puedes visitar el Concertgebouw, que es el salón de conciertos más grande de Brujas y es también la construcción más moderna de la ciudad. En fin, estos son sólo unos cuantos lugares de los muchos que se pueden visitar.

AL VOLVER…

Lo más importante a tu regreso es que no olvides traernos un bombón de chocolate; la única dificultad en ello es que tendrás que escoger entre casi 500 especies de chocolate tipo praliné, pero ten la seguridad de que cada vez que nos veamos te lo volveremos a agradecer.


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