Parsifal

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Danzante 1

lunes, 5 de octubre de 2009

Las Palomas

LAS PALOMAS

Las cosas siguen pasando. El calor aumenta y el sopor ha dejado de ser una simple imagen literaria para convertirse en un visitante que espera. Al mediodía es imposible hacer cualquier cosa diferente a morirse literalmente de calor. Del pavimento se levanta muy despacio una especie de halo transparente pero turbio, una sombra luminosa sobre cuya superficie elástica pareciera posible sentarse y flotar, y quemarse el culo. Las palomas van muriendo una por una, en las calles, en las plazas y en sus sitios de reunión sobre los tejados. Se les secan y engangrenan las patas a tal punto que lo único que pueden hacer es volar, y con las alas derrotadas agonizar asándose echadas sobre las planchas de concreto, sin poder comer ni beber, hasta que se quedan medio dormidas y sucumben finalmente al sol. Las gaviotas llegan desde el mar por ellas y se las comen a picotazos ahí mismo, calientitas todavía en el hervor de su sangre. Después huelen el aire paradas en las altas cornisas de los edificios viejos, cantan a carcajadas, y regresan al puerto a buscar y a dejarse mirar. A partir de entonces las palomas ya no lo son, y dejan sus cuerpos secos abandonados, sin olor ni sabor, casi sin forma ni color, perdidos en el no mirar de sus congéneres, entre ese caminar alerta y ese desprecio general por la vecina muerte, para después viajar dormidas hacia el nuevo ciclo que la magia de la vida les depara, o la suerte.


1 comentario:

  1. Hermano, triste vida de gaviota, comer paloma asada por el pavimento cruel y este calor infernal que, al parecer, se vino para Cali, años despues y con iedo telúrico. Hoy a Marzo 10 del 2010, espero allá en la eternidad las palomas pidan por sombra para la sucursal del cielo. Por ahora siguen de carne de gaviotas ad eternum... ajá....

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